Mariano Rajoy está más cerca de repetir como presidente tras unas elecciones en las que ha sido el único que se puede poner la etiqueta de vencedor. Tras una campaña en la que su nombre ha llegado a ser invocado como moneda de cambio para posibles pactos, el del PP sale de la segunda contienda electoral en seis meses con más peso político, frente a un bloque de izquierda que ha perdido fuelle.
El candidato del PP se ha ganado en las urnas el pasaporte para una sesión de investidura a la que Rajoy irá esta vez, ante la previsión de no tener amenazas en el otro lado. En el PSOE parecen reconocer esa condición: "Rajoy ha ganado las elecciones y le he llamado para felicitarle", ha dicho Pedro Sánchez en su comparecencia ante la prensa.
Podemos ha perdido su duelo con el PSOE y se queda muy lejos de los objetivos marcados en lo que ellos mismos habían calificado como "las elecciones del desempate". La confluencia con Izquierda Unida no ha servido para fraguar un sorpasso que todas las encuestas daban por hecho o, como mínimo, por probable, y en cuya frontera se ha marcado la delgada línea entre la victoria y la derrota. Con los resultados al 70%, Pablo Iglesias compareció en rueda de prensa para decir que "no son unos buenos resultados".
Preguntado sobre la posibilidad de reeditar la búsqueda de un Gobierno de izquierdas, Iglesias no ha sido concluyente: "Yo no descartaría ningún escenario".
La llamada "nueva política" sale de estas elecciones tocada por la realidad, que les ha situado muy por debajo de sus expectativas. Ciudadanos puede perder una cuarta parte de los escaños obtenidos en diciembre y el nuevo mapa político deja a los de Albert Rivera muy lejos de ser vehículo imprescindible para la gobernabilidad de nadie. La herida de Ciudadanos es el bálsamo de Rajoy.
Pedro Sánchez salva los muebles tras ganar la batalla contra Podemos. Sus datos tienen lectura importante en las cifras de Andalucía, donde Susana Díaz no ha conseguido contener el impulso del PP y –al 91% del escrutinio–, ha perdido el favor de ser la fuerza más votada en su comunidad autónoma.
La debilidad de su principal rival dentro del PSOE dará a Pedro Sánchez más libertad para poder decidir sobre sí mismo, frente a los que le daban ya por un cadáver político