La carta de Willy Meyer censurada en el último libro del ministro Margallo



El ministro Margallo acaba de publicar su libro "Todos los cielos conducen a España: cartas desde un avión" (Planeta). Para su edición, que consiste en un intercambio de cartas entre el ministro y distintas personas, pidió una carta a Willy Meyer. Tras enviarla el dirigente de IU, se sugirió suprimir algunas cuestiones. Por esta razón, y por negarse Meyer a la censura, no ha sido publicada la carta que reproducimos a continuación.

Querido José Manuel:

Me alegro de debatir  una vez más contigo, en este tono reflexivo, porque tanto tu como yo, nos distanciamos de Macbeth,  –"La vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no tiene ningún sentido".  – y procuramos, tu desde el neoliberalismo y yo desde el marxismo, encontrar sentido y resolver los problemas de la vida.

Propones analizar la pobreza y la desigualdad por separado, adelantando una primera valoración: que la globalización reduce la pobreza y las desigualdades entre los habitantes del planeta pero aumenta la desigualdad entre países.

Desde mi punto de vista, en este debate, junto a la pobreza, deberíamos incluir el hambre o las muertes derivadas por vivir en condiciones infrahumanas porque es la expresión más incivilizada de las consecuencias de la pobreza extrema.

Tu primera afirmación ya es motivo de controversia,- la globalización reduce la pobreza y las desigualdades-, y no precisamente por negar el vigor de la actual mundialización.

En una carta a Federico Engels, Carlos Marx mostraba su entusiasmo: “la burguesía experimenta un nuevo Renacimiento. Ahora, existe realmente el mercado mundial. Con la apertura de California y de Japón al mercado mundial, la mundialización es ya un hecho.”

El término globalización puede llevar  y lleva a confusión. Es importante partir de la distinción que existe entre globalización como el desarrollo en interdependencia entre los distintos pueblos del Planeta que se basa en una reciprocidad equilibrada entre las partes, justa e igualitaria y globalización como imposición o extensión de un sistema económico, político y homogeneización cultural.
Intentaré desarrollar la idea que la globalización económica sin globalización de derechos es la responsable del hambre, la pobreza y la desigualdad. Dicho de una forma más clásica, el Capitalismo, en su actual fase de desarrollo, necesita del empobrecimiento y la desigualdad. Coincidimos los dos en que la pobreza es el problema más importante de la humanidad y del que se derivan la mayoría de las tragedias como la mortalidad infantil, las pandemias, las muertes por desplazamientos migratorios masivos o la aparición de organizaciones extremistas de fanatismo religioso. Y es cierto, no es lo mismo leer las cifras terribles de la pobreza, a ver con nuestros propios ojos ese azote de la Humanidad. Como eurodiputados  pudimos ver, en todos los Continentes que visitamos, la expresión dura y amarga de la pobreza y exclusión social.

Seguro que tú, como Ministro, has tenido la oportunidad de seguir observando ese horror.

Y entro en la polémica. Partes de la idea, que la estadística de Naciones Unidas y su programa para el Desarrollo, o las del Banco Mundial y otras instituciones o analistas, reflejan un progresivo descenso de la pobreza, y ese descenso (dices- para mi desgracia-), desmonta las teorías que la globalización ha ido aumentando o se asocia a la pobreza como mantiene entre otros Joseph Stiglitz. En 1997, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) introdujo por primera vez el indicador de pobreza humana en sus informes. La pobreza absoluta, o extrema, es un fenómeno multidimensional caracterizado por la ausencia de las necesidades humanas básicas que implica: el debilitamiento de la salud (esperanza de vida inferior a los 40 años), la falta de formación (analfabetismo de adultos) y la privación de acceso a los bienes y servicios elementales (agua potable, alimentación, sanidad).

Los pobres son aquellos que “ni tienen, ni saben, ni pueden”.

Y aquí, plantearte que efectivamente, la pobreza absoluta decrece pero la relativa aumenta. La pobreza relativa designa a aquellas personas cuyos ingresos son inferiores a la mitad de la renta media del país en que habitan.

Desde 1990, el número de personas en situación de pobreza monetaria (menos de 1,5 dólares al día) ha pasado de 2000 millones a 1500 millones de personas. Y de 1800 millones a 1400 millones de personas que disponen de menos de 1,25 dólares. Por consiguiente, 500 millones de personas han salido de la pobreza en veinte años, particularmente China (50% pobres en 1980, 6% en la actualidad).

Pero, si bien es cierto que la pobreza absoluta decrece, los ingresos derivados del trabajo no dejan de mermar con respecto a los ingresos del capital: los ricos se enriquecen, los pobres se empobrecen en valor relativo. Cada vez existen más trabajadores pobres (working poors).En 2000, el 1% de los adultos más ricos concentraba el 40% de los activos mundiales, y el 10% más rico, el 85%.Por el contrario, la mitad más pobre solamente disponía del 1% de los activos mundiales.

Tú mismo adelantabas que no te discutiría el decrecimiento de la pobreza absoluta pero sí las causas. Este es el debate.

Lo planteaba más arriba, desde mi punto de vista, las causas  de la pobreza y el hambre, también de la desigualdad, derivan de un modelo económico hegemónico que pretendió desde los centros de poder internacionales (Washington, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional), imponer un modelo productivo basado en la desregulación económica y financiera, en la liberalización del comercio internacional y en las privatizaciones.

Se trataba de dar respuesta a la reducción progresiva de las tasas de beneficio que llegó en los años 1980 a sus niveles más bajos. Hasta entonces, el Capitalismo  combatía la caída de la actividad en tiempos de recesión, sosteniendo la demanda global principalmente con la protección de los salarios.

Por eso, a partir de los 80 del siglo pasado, la reducción de los salarios se convirtió en su punto de mira, entrando en una nueva era de la globalización. Una globalización salarial a la baja y una “financiarización” donde los flujos mundiales de capital corresponden a accionistas, a fondos de inversión.

Se trataba, a mi juicio, de garantizar una globalización económica sin globalizar en paralelo los derechos humanos, dejando a los Estados y gobiernos como meras estructuras de un viejo poder que se ha trasladado a los Consejos de Administración de las grandes empresas y de la Banca.

La renuncia a que los Estados moderen y controlen la insaciabilidad de los mercados y sus ganancias a cualquier precio, la falta de políticas públicas enérgicas desde sectores estratégicos de la producción, ha generado una deconstrucción del llamado Estado del Bienestar, del modelo social en el que Europa se reflejaba.

Ha sido la consecuencia principal de la última gran crisis del Capitalismo que todavía estamos pagando los ciudadanos europeos y que ha puesto en crisis a lo que quiso ser un Modelo Regional europeo basado en el pleno empleo, la cohesión social y territorial, en las libertades y democracia, como la Unión Europea.

Y la pobreza ya no asola sólo a los países empobrecidos. Entre 2010 y 2012 el número de personas en riesgo de pobreza y exclusión social en la UE aumentó en 6,4 millones. En total 124,5 millones de personas. Los jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron en 2010 a reducir la pobreza en la Unión en 20 millones de personas para 2020 y en lugar de eso no ha hecho más que aumentar y la brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande.

La política de austeridad o la renuncia a intervenir con políticas públicas de planes de creación de empleo e industriales, son parte del problema.

Sin embargo, allí donde se aplicaron políticas públicas, distanciadas del dogma neoliberal, como en Brasil con su programa Hambre Cero o Malaui, con su programa de desarrollo agrícola, han obtenido resultados significativos en menos de cinco años.
Comparto las acciones que planteas como prioritarias en la lucha contra la pobreza aunque me temo que diferimos, en algunos casos, en los contenidos.

Te refieres a la buena gobernanza, que aunque es una cuestión de política exterior, la acción exterior puede ayudar “exportando” buenas prácticas. Yo prefiero hablar del buen gobierno, aquel que actúa en función del interés general, con instrumentos económicos e intervenciones públicas, para garantizar los derechos humanos.

Sé que en las reuniones del G-20, Banco Mundial o Fondo Monetario Internacional, se habla de la buena gobernanza para señalar las bondades de la desregulación y liberalización pero, entenderás por eso, que prefiera utilizar el término del buen gobierno.

Coincido contigo en la importancia de cooperar en los Buenos Gobiernos de los Países Árabes y del Magreb desde la acción exterior de España porque somos el interlocutor natural. El problema es que la política exterior y de vecindad de la Unión Europea se puso de perfil con las Primaveras Árabes y actuó de forma calamitosa dinamitando el régimen libio con las consecuencias dramáticas que estamos viendo para Libia y la región del Sahel. Por eso recelo cuando desde la Unión Europea se pone como ejemplo de la “buena gobernanza” a países como el Reino de Marruecos.

En 2009 el rey de Marruecos, Mohamed VI, hizo una sorprendente aparición en el séptimo puesto de los patrimonios de las monarquías, con una fortuna evaluada en 2.500 millones de dólares. El sueldo de Mohamed VI duplica al del presidente de EE UU pese a que el país ocupa el puesto 126º del desarrollo humano La monarquía marroquí cuesta al presupuesto del Estado 60 veces más que el Elíseo, la presidencia de la República Francesa En su informe sobre desarrollo humano elaborado por el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo, que abarca el periodo 2007-2008, Marruecos está en el puesto 126º (sobre 177 Estados). El índice de pobreza del país alcanza el 18,1%. Peor aún, más de cinco millones de marroquíes viven con 10 dírhams al día, es decir, un poco menos de un euro, y el sueldo mínimo legal no rebasa los 55 dírhams (5 euros) al día. El rey es, desde hace algún tiempo, el primer banquero, asegurador, exportador y agricultor de su país. Controla también el sector agroalimentario, la gran distribución comercial y la energía.

Y todo ello, sin mencionar la ocupación del Sahara Occidental contraviniendo la Carta de Naciones Unidas.

Celebro y alabo tu preocupación por los programas dirigidos a África Subsahariana y concretamente al Programa de Apoyo a Políticas Públicas Inclusivas Africanas (APIA) que pretende   acompañar ese proceso, para prestar asistencia a los países africanos en la formulación y seguimiento de políticas públicas inclusivas, con el objeto de construir sociedades más equitativas y cohesionadas.

Me consta de tu preocupación, toda vez que esa región está todavía muy lejos de alcanzar los Objetivos del Milenio.

En relación a la política comercial, e inmersos como estamos en el proceso de ratificación de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI)  con los Estados Unidos, te reitero mi posición contraria a los Tratados de Libre Comercio.

El proceso de liberalización comercial ignora las diferencias de productividad existentes entre las distintas regiones del Planeta. Con condiciones tan desiguales de partida, cualquier intento de especialización comparativa termina sucumbiendo a la especialización competitiva, lo que no hace más que reforzar la ya existente división internacional del trabajo (que, como diría Eduardo Galeano, consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder) y las condiciones desiguales de producción e intercambio.

En un contexto de competencia tan desigual, la única ventaja comparativa de los países del Sur es especializarse en ofrecer mano de obra barata sin protección social ,reducidos costes sociales y ecológicos, y materias primas e insumos de bajo valor añadido ,esperando atraer así la inversión de empresas transnacionales.

No sé si con todo lo anterior he podido responder a tu pregunta de por qué hay países ricos.

Pasemos al último tema que propones, las desigualdades, por el orden que planteas, la global, entre países y la desigualdad dentro de cada país.

Al igual que la pobreza absoluta ha disminuido por la irrupción fuerte en las economías de los países emergentes, China, Brasil, India, la desigualdad absoluta, y por las mismas razones, experimenta un ligero retroceso pero con cifras todavía escandalosas.
Oxfam,  una confederación internacional formada por 17 organizaciones no gubernamentales nacionales que realizan labores humanitarias en 90 países, presentó en enero de este año un informe coincidiendo con la reunión celebrada en Davos del Consejo Económico Mundial que es dramáticamente elocuente:

Desde 2010, “el 1% de los individuos más ricos del mundo ha incrementado su participación en el conjunto de la riqueza a nivel mundial”, de acuerdo con datos del Credit Suisse.

Precisa luego que en 2014, el 1% más rico poseía el 48% de la riqueza mundial, mientras que el 99% restante debía repartirse el 52%.Los más ricos de este 1% -los milmillonarios, poseedores de más de mil millones de dólares cada uno- incluidos en la lista Forbes (revista de negocios de Estados Unidos) acumularon riqueza en este período “a un ritmo aún más rápido”, indica Oxfam. Puntualiza luego que en 2010 las 80 personas más ricas del mundo poseían una riqueza neta de 1,3 billones de dólares, mientras que en 2014 la riqueza conjunta de las 80 personas que encabezaban la lista Forbes ascendía a 1,9 billones de dólares, "lo cual supone un incremento de 600 mil millones de dólares en sólo cuatro años”. Actualmente, resalta Oxfam, “estas 80 personas poseen la misma riqueza que el 50% más pobre de la población mundial; esto quiere decir que 3.500 millones de personas comparten la misma cantidad de riqueza que estas 80 personas enormemente ricas”.

En relación a este informe la administradora de PNUD de Naciones Unidas, Helen Clark declaró que “Las redes mundiales de la sociedad civil consideran, con razón, que esta distribución es inaceptablemente desproporcionada, pues no solo es injusta sino que también socava el progreso del desarrollo”

En su último informe como tu bien dices, Naciones Unidas alerta del aumento de la desigualdad entre países constatando la desproporción entre recursos de unos países sobre otros.

Y por último, en relación a la desigualdad dentro de cada Estado, en el informe de Mayo de la OCDE, adelantaba que la desigualdad entre ricos y pobres en los países de la OCDE, ha alcanzado su nivel más alto desde que existen datos hace tres décadas, recomendando reducir la precariedad laboral y las brechas salariales .

Según este estudio, en España, el 10% de los hogares más desfavorecidos perdieron un 13% anual de sus ingresos entre 2007 y 2011, mientras el 10% de los que más tenían solo perdieron un 1,5% anual de sus ganancias. La desigualdad ha alcanzado "un récord en la mayoría de países de la OCDE y tiene niveles incluso más elevados en muchas economías emergentes", agrega el estudio, que señala a Chile, México, Turquía, Estados Unidos e Israel como los países desarrollados con más desigualdad, frente a la mayor armonización salarial de Dinamarca, Eslovenia, República Checa y Noruega.

Y en pleno siglo XXI las mujeres siguen siendo víctimas de un patriarcado feroz que las somete a una desigualdad estructural respecto a los hombres, víctimas directas de una globalización que las utiliza como trabajadoras de los cuidados y mano de obra barata y de una políticas que las empobrece generación tras generación y  expolia sus derechos.

Y con estos datos irrefutables, tu buena conciencia te lleva a preguntarte que está pasando para que esto suceda, concluyendo que la responsabilidad recae en las políticas neoconservadoras que contribuyeron a acelerar el crecimiento, pero no contribuyeron a corregir las desigualdades dentro de cada Estado.

Descarto por supuesto que ésa realidad te lleve a abrazar el “Weltanschauung” de Marx como tendrás por seguro que a mí me reafirma en mis convicciones marxistas.

Pero no soy un necio y entiendo que en el Continente que defiende al Capitalismo como única forma posible de desarrollo humano, conviven personas y organizaciones que pretenden construirlo de la forma más humana posible.

La Democracia Cristiana, la mayoría de la Socialdemocracia, instituciones religiosas, intentan paliar los efectos más perversos de ese modelo de producción.

Lo que llevó el entonces presidente Sarkozy en la reunión del G-20 ,celebrada en Washington en noviembre de 2008, en plena explosión de la crisis financiera a plantear la necesidad de “Refundar el Capitalismo”.

Pero la tozudez de la realidad me lleva a concluir que esos intentos loables están llamados al fracaso.

En primer lugar, por que como bien dice Jean Ziegler,  relator Especial de ONU para el Derecho a la Alimentación entre 2000 y 2008 y actualmente es vicepresidente del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, ‘el capitalismo ha llegado a su estado paroxístico',  y 'el Estado está totalmente desarmado frente a él; la movilidad del capital y el cinismo absoluto de la Banca hace que las grandes corporaciones económicas puedan oponerse a cualquier decisión política que no les complazca. El verdadero sujeto de la Historia, el más poderoso hoy en día, son las sociedades transcontinentales privadas.

Una oligarquía formada por sociedades transcontinentales, cuyo único principio es la maximalización del beneficio, que concentran en sus manos el poder político y económico, imponiendo un 'orden caníbal' en el mundo, un orden absurdo y mortífero.'

Se trata de las 500 sociedades transcontinentales privadas que, según datos del Banco Mundial, controlan el 52,8 por ciento del producto mundial bruto, es decir más de la mitad de toda la riqueza producida en el planeta. Su valor patrimonial es igual al producto interior bruto de 130 estados, aunque emplean menos del 1,8% de la fuerza de trabajo del mundo. Son, esencialmente, grupos financieros que detentan un poder mayor del que jamás haya tenido un emperador o un Papa. Esas 500 sociedades presentan al mercado como nuevo sujeto de la Historia, lo que no es más que una falsedad ideológica que utilizan como máscara.

Por eso, lo que los neoconservadores consiguieron garantizando esa acumulación extraordinaria de capital como nunca antes se ha dado en la historia, desde el principio de la desregulación económica y financiera, es el desplazamiento de las decisiones de poder.
Ni los parlamentos ni los gobiernos deciden.

Y el que a estas alturas piense lo contrario, me recuerda al viejo cuento africano de la mosca y el rinoceronte. Aquella mosca que se posó en el cuerno de un rinoceronte y se jactaba ante el resto de moscas de su dominio y control sobre el coloso animal.
Pero no seré yo, el que contribuya a quitarte tu sueño, no de persona reaccionaria, que no lo eres, sí de persona distanciada de la derecha extrema, lo que calificábamos en la Dictadura de “demócrata con conciencia social”.

Mis sueños siguen siendo los mismos y más vivos y compartidos que nunca .Tal vez el que el Manifiesto Comunista fuera el libro más vendido en la Feria del Libro de Madrid en 2012 y que periódicos tan poco “sospechosos” como el Süddeutsche Zeitung sentenciara que “Marx es actual” al hacerse eco de la nueva moda que reina en Alemania, “Él describió la sociedad en la cual vivimos, incluida la actual crisis económica”, añadió el rotativo que se edita en Múnich.

Y, ojala a la decisión que tomó en su día el gobierno de la República Democrática Alemana, de suprimir el muro de Berlín, se acompañen otras por parte de los gobiernos de Israel y Marruecos de poner fin a los muros que rodean al Estado Palestino o al Pueblo Saharaui, o del gobierno de los EEUU para desmantelar el muro frontera con México o nuestras murallas europeas para contener a las miles de personas que huyen del hambre o de la guerra dejando sus vidas en la gigantesca fosa común del Mediterráneo.

La globalización sólo será viable con la globalización de los derechos humanos.

Un placer como siempre debatir contigo.
Me despido de ti, salud y República

Un abrazo