Brexit y la crisis de refugiados, el fracaso de la Unión Europea


Avanza una Europa plural a la carta, renacionalizada y con menos dimensiones comunitarias

Estos dos fenómenos, el Brexit y el fracaso a la hora de dar solución humanitaria a la crisis de los refugiados, apuntan al agotamiento institucional de la actual UE. 

La Cumbre Europea del fin de semana del 20 de febrero expresa de forma diáfana el fracaso del actual modelo de UE basado en el denominado “Consenso Neoliberal de Maastricht” de “Más Mercado (capital) y Menos Estado (democracia)”con su Banco Central Europeo, Moneda Única y Pacto de Austeridad.

Por una parte accede la UE a las exigencias británicas del conservador David Cameron de cara a su “Brexit”, referéndum-chantaje de junio de este año sobre la salida de la UE.

Se ha aceptado lo sustancial de sus cuatro pretensiones:
1ª) evitar la convergencia económico-fiscal
2ª) contención reguladora para impulsar la competitividad con menos protección social y laboral
3ª) difuminar la pretensión de avanzar hacia una mayor unión
4ª) restricción de prestaciones sociales a trabajadores de otros países comunitarios. 
La llamada eufemísticamente crisis financiera de 2008 con más de ocho años de duración ha hecho estallar todos los dispositivos de la arquitectura europea. En concreto está avanzando una Europa plural a la carta, renacionalizada y con menos dimensiones comunitarias y se extingue la Europa Social del Estado del Bienestar.

Por otra parte no es un fenómeno sobrevenido la coincidencia del “Brexit” con la crisis de los refugiados procedentes de las guerras de Siria, Afganistán y resto de la geografía cercana puesto que está íntimamente ligado a los esfuerzos occidentales para controlar sus fuentes energéticas. El fracaso comunitario evidenciado en esa misma Cumbre para afrontar este terrible hecho muestra a su vez la derrota definitiva de la Europa de los valores éticos y de la solidaridad. Se abandona toda intención de una contribución comunitaria y solidaria a este abrumador drama humano, se transige con las restricciones adoptadas por varios países a la libre circulación de personas que permite el acuerdo Schengen, se desentiende de los esfuerzos y problemas que los dos principales países afectados, Grecia con la isla emblemática de Lesbos e Italia con la de Lampedusa realizan y se delega en que terceros países como Turquía realicen la “sucia tarea” de contención, remunerada, “claro está”. Todo un ejemplo de transigir con las dinámicas xenófobas y populistas extremistas crecientes en varios países de la UE.

No deja de ser paradójico y en cierta forma simbólico el que una medida de solidaridad como la de los Fondos Estructurales Europeos se adoptara tras la entrada precisamente de Reino Unido en el Mercado Común en 1973, con un gobierno conservador, el de Edward Heath. Se comprobó que a pesar del crecimiento global del PIB se producían desigualdades regionales aumentando así las diferencias comparativas. Por ello esos Fondos Estructurales iban destinados a las regiones con mayores dificultades (con una Renta per Cápita, rpc, inferior al 75% de la media europea) en poder competir por razones de carencias estructurales (vías de acceso, estructuras educativas y formativas, investigadoras, etc.). Algo similar ocurrió cuando con la entrada de España al adoptar los Fondos de Cohesión con los países retrasados, con una rpc inferior al 90% de la media comunitaria.

Es esta dinámica solidaria, la que apunta a la necesidad de una convergencia fiscal, presupuestaria, financiera y social, la que ha fracasado. El Presidente del Comité Europeo Económico y Social, Georges Dassis, señala, tras esta Cumbre Europea su preocupación “porque la imagen de Europa comienza a empañarse, (de ahí la conveniencia) de establecer una “Renta mínima de Supervivencia” para los ciudadanos… procedente de una Tasa a las Transacciones financieras”. De ahí la urgencia de cambiar el rumbo de la actual UE. Lo viene exigiendo el PIE desde su fundación en 2004, lo ha reclamado para su país Syriza con su triunfo en enero de 2015, lo persigue el manifiesto del Plan B para la UE expresado por el ex ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, ese mismo fin de semana en Madrid y constituyó uno de los puntos fuertes en la negociación de las izquierdas españolas para la consecución de un gobierno de progreso la semana siguiente.

Estos dos fenómenos, el Brexit y el fracaso a la hora de dar solución humanitaria a la crisis de los refugiados, apuntan al agotamiento institucional de la actual UE. Las tentaciones “renacionalizadoras”, de debilitar la dimensión europea, contribuyen a perjudicar sobre todo a las capas populares, abocadas a enfrentamientos, a la vez que extinguen los valores que llevaron a la Europa de los Derechos Humanos y de la dignidad de las personas. Se puede afirmar, por el contrario que, la idea de más y mejores políticas comunes, de apostar por la homogeneización de derechos humanos y derechos sociales, por la confluencia económica y laboral en el ámbito europeo puede convertirse en freno y contrapoder frente a la globalización neoliberal y permitir el inicio de una etapa diferente en el orden mundial.



Escrito por: Pedro Marset

Publicado en el Nº 294 de la edición impresa de Mundo Obrero marzo 2016