Señor Rajoy, usted es tonto:
De Lucía Etxebarria
Si le birlan 22 millones
(suponemos que bastante más porque esto es la punta del iceberg) y usted ni se
entera, es tonto.
Si en su partido corren
los sobres de dinero negro como la cocaína en un afterauers y usted ni se
entera, usted es tonto.
Si usted ve normal que
el marido de Andrea Fabra, elegido A DEDO, eligiera para gestionar los análisis
clínicos de la Comunidad a la empresa de la que es consejero, y que cuando,
ocupando aún el cargo en la Comunidad, decidiera privatizar esos análisis,
usted es tonto.
Si usted ve normal lo
del ático en Marbella del señor González, usted es tonto.
Y si usted es tonto, me
pregunto cómo va a sacarnos de la crisis. ¡Ah… que no nos ha sacado! ¡Ah… que
estamos peor que antes! ¡Ah, que están ustedes cerrando urgencias, privatizando
sanidad, denegando becas escolares y echando a gente de su casa! ¡Ah, que en
comparación con usted, Zapatero empieza a caernos hasta bien!
Señor Rajoy, los del
partido rival de usted tampoco son muy listos que digamos. Que en Andalucía
también van perdiendo dinero como locos. Que sí, que lo sabemos. Lo que yo no
puedo entender es que una señora que hasta ahora ha estado casada con un
ministro al que ha elegido usted, una señora que trabaja para una televisión
controlada por usted, una señora, pues, afín a su partido (a Edurne Iriarte me
refiero), me venga poco menos que a soltar ayer que lo que pasa en su partido
no es para tanto porque al fin y al cabo el PSOE ha hecho lo mismo con los
ERES. Y que, a su lado, otro tertuliano también afín a su partido tuviera la
desfachatez de venir a decir que aquí en España quien más quien menos casi todo
el mundo es corrupto y que eso es una cosa de la idiosincrasia del país.
Idioticracia, más bien.
Señor Rajoy, cada vez
que alguien de su partido me viene a hablar de los ERES de Andalucía para
justificar lo que pasa en su partido lo que me viene a decir es que aquí en
España la corrupción es la norma, no la excepción, y que entonces nos tenemos
que apoquinar con lo que hay. Que no podemos tener sanidad, becas escolares de
comedor, urgencias rurales, etc… porque, aquí, robar dinero es lo normal.
Señor Rajoy, a mí no me
vale que la señora Cospedal me diga que en el PP “quien la hace la paga”. No me
lo creo. Repito: No me lo creo. Mentira podrida. Le recuerdo que en el PP se
indulta a los corruptos. Han indultado ustedes a Tomas Gómez Arrabal, exalcalde
de la localidad malagueta de Valle de Abdalajis, condenado por corrupción, y
con él a tres concejales condenados por delitos continuados de prevaricación.
Los cuatro eran militantes del Partido Popular. Salvaron de la cárcel a Josep
María Servitje (ex secretario general del Departamento de Trabajo de la
Generalitat) y a Víctor Manuel Lorenzo Acuña (empresario), que desviaron fondos
mediante el encargo de informes inútiles. Eso lo hicieron cuando aún eran
socios de los convergentes. Indultaron a Constancio Alvarado, ex secretario de la
subdelegación del Gobierno en Cáceres, a José Manuel Sánchez Donoso y a Luis
Calle Fernández, que habían sido condenados en 2010 por vender permisos falsos
a inmigrantes. Indultaron a Miguel Escudero Arias-Dávila, tras ser condenado
por la Audiencia Provincial de Madrid como autor de un delito continuado de
falsedad en documento mercantil en concurso con un delito de estafa. Han
indultado ustedes a políticos, banqueros y empresarios… Y a cuatro mossos de
escuadra condenados por torturas, en una decisión que ha soliviantado de tal
forma a los jueces que casi 200 han firmado un documento en el que acusan al
Ejecutivo de dinamitar la división de poderes (ahí es ná) con una decisión
“abusiva” y “éticamente inasumible”.
En el PP el que la hace
no la paga. Cobra. Y en negro. Por si
esto no fuera prueba de que en el PP el que la hace no es que la pague, sino
que cobra, le recuerdo a usted el escandaloso nombramiento de un hombre de La
Caixa para la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo. Sí, ahí la misma
sala que acabará juzgando las preferentes, las cláusulas suelo y otros abusos
bancarios. Un autoblindaje del establishment.
Señor Rajoy, de nada
sirve legislar si los mismos que legislan garantizan la impunidad de los
corruptos. Pero para rizar el rizo, pretende usted llevar adelante una reforma
penal según la cual…
- Despojarían al Juez
Instructor de toda competencia, dejando en manos de Fiscalía todas las
diligencias de los sumarios. ¿Qué significa esto? Pues que el sumario pasa de
controlarlo un señor que, en teoría, es independiente, a uno que está regido
por el principio de Obediencia Jerárquica, y cuyo jefe supremo es, ¡oh,
sorpresa!, el Ministro de Justicia.
- Sustituirían el
Principio de Legalidad, que preside nuestro Derecho, por el de Oportunidad.
¿Qué significa esto? La diferencia radica en que el primero, de manera
sencilla, obliga a perseguir de oficio todo hecho que revista indicios de
criminalidad, mientras que el segundo se basa en la economía de medios, o sea,
se persigue… si compensa o si interesa. Viene a decir que, dependiendo de quién
sea el posible imputado y posteriormente procesado y condenado, se investiga o
se deja pasar. Ya se sabe: me debes un favor de los grandes… y ya te lo
cobraré.
Todo esto es lo que
tiene en mente el Gallardón, pero no por iniciativa propia, no…Porque estas
medidas cuentan con el entusiasta apoyo de la clase política. Y es que suponen
el fin definitivo a sus problemas judiciales. Es decir, esta reforma penal les
viene bien a todos los corruptos: a los del PSOE, a los suyos, a los de CiU y a
los que vayan por libre.
Señor Rajoy, si usted no
se ha enterado de que su partido está corrupto hasta la médula, usted es tonto
y analfabeto. Y sí, me creo lo que dicen ustedes de que en el PSOE tampoco
están mucho mejor. Y sí, de verdad, me creo que Pujol tenga cuentas en Suiza,
porque sino no se explica de dónde saca pá tanto como destaca su hijo, y porque
Oriol y sus hermanos (una nueva versión de Rocco y sus hermanos) son miembros
de al menos 73 empresas, y porque todas ellas están relacionadas de una forma u
otra con encargos de la Generalitat…
Me lo creo, de verdad
que me lo creo. Eso es lo peor: que me lo creo. Pero que el partido de al lado
también sea corrupto no hace que el suyo deje de serlo. Y lo que a mí me queda
claro es que usted no está haciendo nada, pero nada, para luchar contra la
corrupción, y sí mucho por afianzarla.
Por lo tanto señor
Rajoy, usted miente. Usted no tiene ninguna intención de luchar contra la
corrupción. Le recuerdo a usted que la organización no gubernamental Access
Info Europe, que lucha por la transparencia informativa, le preguntó a usted,
sí, a usted, señor Rajoy, cuáles eran las medidas que ha adoptado España para
luchar contra la corrupción. En realidad se lo preguntó a su antecesor, pero
resulta que la pelota le rebotó a usted. Usted la rebotó a su vez al Ministerio
de Justicia. Allí, el Supremo sostuvo que los datos solicitados son una forma
de pedir explicaciones al Ejecutivo y no una petición de información en sí. Y
Access Info fue condenada por el Tribunal Supremo a pagar 3.000 euros de costas
por querer conocer las medidas que ha adoptado España para luchar contra la
corrupción.
Señor Rajoy, España es,
precisamente, el único país europeo de más de un millón de habitantes que no
tiene una legislación que ponga coto al secretismo de la Administración y abra
los archivos de todas las instituciones que reciben fondos públicos.
Y ahora ya no me dirijo
al señor Rajoy sino a vosotros que me estáis leyendo. Esto se puede y se debe
acabar. La crisis en España no es una crisis financiera, es una crisis moral. Y
hemos llegado a un punto en el que esto se debe parar. Y se puede parar. Se
puede exigir al gobierno del Señor Rajoy, o al que venga después, que tome
medidas para que esto pare. Medidas simples como:
- Que el indulto, tal y
como está concebido, desaparezca. Que el gobierno tenga que dar explicaciones
claras sobre a quién indulta y por qué. Para que deje de ser la puerta por la
que se escapan los corruptos.
- Que no se lleve a
puerto la Reforma Penal proyectada por Gallardón.
- Que se imponga la
transparencia informativa: se deberían facilitar datos de todas las obras
públicas que cada ayuntamiento acomete.
- Que se imponga la
conservación de documentos.
- Que se imponga la
prohibición de aceptar regalos.
- Que se imponga la que
cualquier compra que realicen las Administraciones pública debería estar
ejecutada a precios de mercado e incluir, necesariamente, al menos tres ofertas
de proveedores diferentes, para poder elegir la más adecuada.
- Que se imponga la
transparencia total de las Administraciones públicas: que cualquier decisión
tomada por un funcionario dentro del cumplimiento de su profesión pueda ser
conocida por el resto de ciudadanos, excepto por cuestiones relacionadas con la
seguridad. Y así, ningún miembro de la administración podría negarse a
satisfacer las necesidades de información no sólo de los periodistas, sino de
los votantes.
- Que se imponga la
ausencia de cargos de designación política: actualmente en todo el territorio
nacional existe un elevado número de cargos cuya designación ha sido realizada
sin ningún criterio de méritos. La hermana de Esperanza, el marido de la Fabra
(sí, ese que siendo consejero de sanidad nombrado a dedo privatiza los análisis
clínicos y luego consigue que sea su empresa la que se lleve la millonaria
concesión de esos análisis), etc., etc. La guinda del pastel la pone una
alcaldesa que no ha sido votada.
- Para cubrir el lugar
de los altos cargos de las Administraciones públicas deberían realizarse pruebas
objetivas, en lugar de ser por designación partitocrática. Estos cargos
deberían designarse por méritos propios, nunca por “soy pariente de, novia de,
amante de, prima de la hermana de …”.
- La remuneración de los
sueldos públicos debería ser homogénea. No es lógico que un concejal en Alcalá
de Henares pueda cobrar diez veces más que uno en Pontevedra, por ejemplo. Y
debería ligarse a factores económicos medibles con el índice de precios de
consumo (IPC).
- Los políticos no
deberían jamás poder decidir sus propios sueldos.
- Que se imponga la
incompatibilidad del cargo público con el ejercicio de actividades privadas
relacionadas directamente con los asuntos en que tenga que intervenir por razón
de su cargo. Es decir, un político no debería, por ley, pertenecer a consejos
de administración u órganos rectores de empresas cuya actividad esté
relacionada con las que gestione el ayuntamiento; ni desempeñar cargo
representativo o ejecutivo en sociedades concesionarias, contratistas de obras,
servicios o suministros, arrendatarias o administradoras de monopolios o con
participación o aval del sector público local; ni tener participación superior
al 10 por ciento en el capital de dichas empresas.
- Y ya de paso, acabe
usted con la amnistía fiscal.
- Y por supuesto. Que
los delitos de corrupción NO PRESCRIBAN, para que su (ex) amigo Bárcenas no
pueda irse de rositas.
Tan simple como esto. Se
puede y se debe exigir. ¿Y cómo? Acabando con la ignorancia.
«No es una crisis, es una estafa», oímos decir desde hace meses. Es una
historia de robo, de complicidad, de sumisión, de ignorancia generalizada y de
maniobras de distracción. Cuando los valores morales en una sociedad son la
codicia desaforada, el consumismo, la frivolidad, el sensacionalismo, el culto
a la apariencia, el culto al cuerpo, el yo-mí-me-conmigo, el hedonismo, el
solipsismo, el egoísmo, él ni-lo-sé-ni-me importa, el
no-leo-periódicos-porque-me-aburro-y-yo-sólo-leo-el-cuore, porque la
frivolidad-es muy-moderna; cuando cada uno barre para casa y únicamente mira
por lo suyo y le interesa menos que cero el bien común; cuando a los corruptos
no sólo no se les condena sino que se les premia y se les admira, y se les
vuelve a votar; cuando las palabras ética y moral se pasan de moda, antes o
después el sistema cae, como ha quedado demostrado.
Y se polariza: los ricos se hacen mucho más ricos; y los pobres,
más pobres.
Pero hemos llegado a un punto en el que la única manera de salir
adelante es desde la información, y la exigencia. Información es conocimiento, conocimiento
es sabiduría, sabiduría es poder. Todos podemos salir a la calle a exigir una
Ley de Transparencia y una Ley Anticorrupción serias. Y ha llegado el momento
de hacerlo.