Manifiesto 28F. La fuerza de la Izquierda, la fuerza de Andalucía.



Miércoles, 25 de Feb de 2015


El  28 de Febrero de 1980 el pueblo andaluz logró su autonomía con el voto. Logró el reconocimiento de los mismos derechos políticos del pueblo andaluz, abriendo la posibilidad de construir una Andalucía soberana y una vida digna para el pueblo andaluz a través de nuestras instituciones y nuestro autogobierno. La posibilidad, la esperanza.


Pero fue el 4 de diciembre cuando conquistamos lo que el golpe fascista del 18 de julio arrebató a nuestras abuelas y abuelos. Fue el 4 de diciembre cuando millones de andaluzas y andaluces salieron a las calles para exigir el reconocimiento y el respeto al poder del pueblo andaluz.

El 28-F fue el  día del voto por la autonomía, pero el 4-D fue el día de la lucha y la movilización. Fue ese día cuando logramos romper los planes que perseguían la derecha española, la misma que está hoy en el PP y las burguesías vasca y catalana: máximos derechos al País Vasco, a Cataluña y a Galicia, tutela a Andalucía.

El 4-D fue la victoria popular que abrió  la esperanza de que todos los territorios de España tuvieran autogobierno en igualdad de condiciones, señalando el camino hacia una España Federal. Sin el impulso del 4-D, sin la movilización de la mayoría del pueblo nunca se hubiese conseguido la victoria del 28-F y sin esta victoria, la fecha el 4-D hubiera quedado desdibujada en la historia.
36  años después de 1977,  Manuel García Caparrós, malagueño y sindicalista  de CC.OO asesinado aquel 4 de diciembre al alzar una bandera andaluza en la Diputación de Málaga, fue nombrado hijo predilecto de Andalucía a propuesta de IULVCA. Caparrós es el símbolo reconocido de la lucha del pueblo andaluz por su autonomía.

Lucha que fue, y seguirá siendo, la lucha de la izquierda frente a la derecha. La historia de Andalucía es la historia de la lucha de clases. No se trata de folclore ni de egoísmo. En Andalucía la reivindicación nacional fue y es la lucha por la igualdad y la defensa de esa igualdad frente a los que, aquí y en Madrid, conspiraban y conspiran para evitarlo.

No hay transformación de la vida de los pueblos de España sin Andalucía. Andalucía es imprescindible: es la fuerza que garantiza que las aspiraciones autonomistas y nacionales sean el impulso a las aspiraciones de clase, y no su freno o su velo.

Conquistamos la posibilidad de que las transformaciones de la sociedad andaluza colmaran las aspiraciones del pueblo trabajador andaluz. Pero las evidentes transformaciones de la sociedad andaluza han ido en otro sentido, muy diferente del anhelado por millones de andaluzas y andaluces aquel 4 de diciembre y aquel 28 de febrero.

Treinta y cinco años después, el pueblo andaluz sufre la lacra del paro como ninguno en todo el estado. Cientos de miles de andaluzas y andaluces viven en la pobreza o bajo la amenaza de caer en ella.
En estas décadas los gobiernos del PSOE han permitido el desmantelamiento de las industrias ordenado desde Bruselas y no han tenido la voluntad de desarrollar el sector industrial más importantes para nuestro desarrollo: el que transforme los frutos del trabajo de agricultores, jornaleros y ganaderos.
Nuestra agricultura está secuestrada por la Unión Europea y el trabajo de miles de andaluzas y andaluces acaba rindiendo para terratenientes que acaparan tierras y subvenciones, y grandes empresas extranjeras y fondos buitres -los mismos que especulan con nuestras casas-, quienes se lucran con lo que produce nuestro olivar, nuestra huertas, nuestras viñas, nuestras manos.

Durante una década vivimos del espejismo de la burbuja del ladrillo. Esa que inflaban el PP y el PSOE al servicio de sus amos o sus clientes, guiados por su afán de lucro legal e ilegal. ¿Y qué quedó de todo ello? Nuestros paisajes arrasados, nuestras ciudades deformadas y cientos de miles de andaluces en paro y sin expectativas, con la vida ya cansada por el destajo y el trabajo duro.

El capitalismo en Andalucía es esto y no otra cosa. Un millón de parados y algunos más de pobres, varias generaciones de jóvenes sin más expectativa que el exilio, un desierto industrial y el expolio de nuestra riqueza agrícola.

Las políticas del PSOE y del PP son estás y no otras. Una política fiscal dura con el pequeño  ahorrador, con la clase trabajadora y que amnistía a los ricos, la práctica derogación los derechos conquistados por la lucha de la clase trabajadora. El continuo menoscabo de la autonomía conquistada en la calle y refrendada dos veces por el voto, cercenándola por la vía del TC, de la invasión de competencias o por la vía de quitar a Andalucía los recursos que le corresponden. Y un sistema de subvenciones y limosnas que no enjugan los problemas de la clase trabajadora y que en su nombre ha sido el vergonzoso coladero de la corrupción en nuestra tierra.

Pese al reconocimiento de Andalucía como autonomía con plenos derechos, hoy sigue tutelada desde los centros de poder de los que somos periferia. Las aspiraciones de autonomía y vida digna del pueblo andaluz no son hoy realidad, pese a que formalmente se reconociera la posibilidad de ello.

Durante décadas Izquierda Unida ha enfrentado los planes de los partidos de los privilegios, desde la oposición, y durante los tres últimos años lo ha hecho desde el Gobierno con la fuerza que tenía, con una idea que compartimos con el conjunto de la sociedad andaluza: no hay solución a los problemas sociales y económicos de Andalucía sin un transformación radical del modelo productivo andaluz.

Y esa ha sido nuestra principal tarea en el gobierno andaluz: impulsar leyes y medidas que sentasen las bases de ese cambio. Hemos demostrado que “sí se puede” y con ello ha quedado claro que no hay excusas para quienes llevan 35 años poniéndolas ante el incumplimiento de sus promesas: el PSOE no ha tenido ni tiene voluntad de defender al pueblo andaluz.

Para construir una Andalucía LIBRE, sobre la base del trabajo DIGNO del pueblo, es tan necesaria como siempre la movilización.

Vivimos tiempos de cambio. Y en estos momentos, como hace 35 años, Andalucía tiene que hacer oír su voz para que la escuchen los pueblos de España. Los hombres y mujeres de IU trabajamos en la calle y en las instituciones  para que la ruptura democrática nos lleve a otro modelo de país. Una España en la que los derechos materiales del pueblo trabajador primen sobre los intereses de los banqueros, especuladores y rentistas.

Este 28 de febrero, día de Andalucía, queremos que el cambio comience por Andalucía, que comience desde la izquierda, desde la solvencia y la rebeldía, arrinconando a los que defienden intereses contrarios a los intereses del que perjudican al pueblo trabajador andaluz.

Hoy, como siempre, desde IU llamamos a la movilización del pueblo trabajador andaluz en defensa de sus intereses de clase. Hoy, los hombres y las mujeres de IU recordamos compartimos con el pueblo andaluz que el atraso histórico, la dependencia económica, la situación periférica que ocupa nuestra fuerza  de trabajo, el paro, la cuestión agraria, la ruina traída de la mano de la alianza del bipartidismo con el capitalismo inmobiliario, la merma en derechos y justicia social siguen ocupando un  lugar  central.


Por todas estas razones hacemos un llamamiento a la movilización unitaria en defensa de las siguientes aspiraciones:

1. Banca Pública andaluza imprescindible para una economía andaluza que no encuentra crédito en la banca privada.
2. Puesta en marcha de un Banco Público de Tierras en Andalucía, de un plan de empleo especial para el campo y con la supresión de las peonadas para acceder al subsidio agrario cuando falta el trabajo.

3. Una estrategia industrial para Andalucía que desarrolle sus capacidades y añada valor a lo que produce, que arraigue empresas en nuestra tierra, desde el respeto al medioambiente y la garantía de trabajo digno y con derechos.

4. Democracia Participativa y control social de los servicios públicos. No hay mayor transparencia que la que proporciona la democracia real y ciudadana. En nuestros días esto pasa por la frontal oposición al Tratado de Libre Comercio UE-EE.UU.

5. Dación en pago retroactiva, alquiler social de viviendas vacías propiedad de los bancos, paralización  de los desahucios. El derecho a la ciudad: de la cultura de la especulación a la cultura de la rehabilitación.

6. Renta Básica, en desarrollo del artículo 23.2 del estatuto de Autonomía, y Banco Público de Alimentos como mecanismo de solidaridad social. Un programa de empleo garantizado.

7. Cierre de las bases militares  de Rota, Morón y Gibraltar. Andalucía es tierra de paz, no un portaviones para las guerras del imperialismo.

8. Blindaje del carácter público y universal de los servicios que garantizan los derechos sociales como la educación y la sanidad. Decimos no a la LOMCE, no al 3+2 que elitiza la Universidad.

9. Derogación de la reforma laboral que da la puntilla a los derechos históricos de la clase trabajadora y que hace especial daño a las economías débiles como la andaluza.

10. Defensa del sistema público de pensiones, disminución de la edad de jubilación y reparto del trabajo.

11. Defensa y organización del movimiento feminista, que debe volver a jugar el papel central que le   corresponde en defensa de una Andalucía libre de patriarcado.